Nacido en Caracas, en 1988. Escritor y médico cirujano en ejercicio egresado de la Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado (UCLA). Libre pensador, melómano, anacrónico e irreverente. Su obra aún inédita engloba la poesía, novelas cortas, ensayística y narrativa corta. Bloggero desde abril 2014 donde publica algunas irreverencias literarias, incluyendo haikus y microrrelatos.
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LA QUERELLA.
La
leyenda inició el día de la gran pelea. Los medios de difusión estallaban sin
olvidar su habitual sensacionalismo, la radio, el periódico, el twitter. La
televisión no, no podemos olvidar que existe cierta censura en estos tiempos,
así sea en los medios internacionales quienes orgullosos muestran sus
perspectivas sesgadas. Recordemos que el muestreo correcto es lo más importante
para poder describir en forma más o menos fidedigna a un universo. Pero eso no
viene al caso, lo cierto es que en esa pelea los contrincantes, desde mi punto de vista,
eran bastante desiguales. ¡Tenían alcances tan diferentes! No creí nunca que
pudieran medirse en un tatami.
Llegada la hora de la pelea el primer contrincante entró brioso al terreno, agitando los puños en el aire, gritando consignas aplastantes contra el enemigo. No sé si este último le oía porque no se le veía por ahí. Los que sí veían y oían, como espectadores, cualesquiera fuera su ubicación, se sentían afortunados por no ser el antagonista de ese furioso arrojo. El primer contrincante además de recio ostentaba unas dimensiones colosales, al menos en corpulencia, y en el juego psicológico que también forma parte de las peleas, la balanza se inclinaba totalmente hacía el primer contrincante. Se escuchaban declames como un arrullo ubicuo, omnipresente, el primer contrincante afirmaba con toda seguridad que el enemigo no tendría oportunidad contra él. Pero el segundo no aparecía. Todos miraban a las cámaras, había una tormenta de flashes, los puños cerrados eran intimidantes; se notaba a leguas que traían su tiempo de cosecha de todo aquel resentimiento. Creo que en los anales de la historia está demostrado que la fuerza responsable de movimientos y rebeldías ha sido el resentimiento, y no el amor como muchas ideologías y religiones han pretendido decir. De todas maneras, eso tampoco viene al caso. El anhelo (sin edición).Cavilar con la tarde invasora con su luz que va
menguando, bienvenida seas. Siento que contigo hay universos. Quisiera invitarte a ver el cielo tiene algo de qué pequeño soy y qué grande es todo y algo de pequeño soy mejor que grande. Anónimo soy mejor que reconocido. También algo de quiero estar contigo y no sé qué excusa inventarme. por: Wilmer Ricardo Acosta-Izturriaga Una ElípticaImpensable lo que se esconde
detrás de la curva el juego de cóncavos y convexos que resulta tan constante debiera de su simetría ribombante emanar algo más que paz... Me siento a observarla detenidamente, como miraba Sócrates a los griegos con el mismo desenlace: me hago ideas pero estas no se pueden entender sigue hinchándose la idea difusa que me empuja al trance en la simplicidad conceptual la curva dibuja optimismo uno inocente como no había visto dispuesto a defender la alegría, la curva se tuerce inmanente y me miro más a mí mismo la curva me vosea con su acento cálido y me aparece en los ángulos y en los radios. por: Wilmer Ricardo Acosta-Izturriaga Recorte del vacío.El vacío es una alegoría
una selva de formas y contraformas algunas veces son recuerdos amellados y largas frustraciones tendidas como alfombras. En el reverso del pétalo caído en la hoja que la mano destruye, en las ideas que no han nacido y en los fracasos que la gleba ocluye. El vacío es un souvenir de la ausencia es un cementerio de melancolía quizá un recordatorio de soledad en el absoluto dominio de alevosía. por: Wilmer Ricardo Acosta-Izturriaga Deidades lúdicas.Por quien quedan gruesamente absueltos
en una temprana anomalía de verdades incoercibles aquellos que huyen a su propio ser en la carátula pálida y apacible diáfanas y poco afables como se pintan los vituperios de rosas con espinas de titanio, los no pocos que evaden habilmente la perogrullada, la gleba del vilipendio y migran al sarcasmo de la mente. En las madrigueras de las culpas posicionadas al estrato, sistemática y programadas azarísticas confusas y convulsas de quienes juegan a ser dioses por ejecutar la tesis y la antitesis en torno a la oscuridad irracional y sembrando la duda y la síntesis. por quienes irrita el caos en la justicia divina de la entropía incontrolable, tal vez etérea en los azarísticos puentes de Van der Walls que danzan hasta romperse hasta evaporarse en lo aleatorio en la inextricable conversión del mal. La aprensión se dibuja en las líneas de quienes pierden el control en las ansiadas trincheras, catalizada por estructuras anónimas que juegan a la ignición de las reglas para iniciar un tablero de nada donde se las arreglen las deletéreas. por: Wilmer Ricardo Acosta-Izturriaga |
Teoría de la Relatividad. A mis pacientes.
En algunas historietas desafía la resistencia en otras, no muy lejanas, es como un papagayo de papel crepé así de versátil es esa peripecia llamada vida. por: Wilmer Ricardo Acosta-Izturriaga El peso de ser bienombrado.Cuando eres el bienombrado
todo se te da por ósmosis hay confabulaciones cósmicas para que todo te sea dotado los ojos de billones se solapan en la acción que has de elegir cae el peso sobre las rodillas y las anónimas cabezas bailan está claro que ser el bienombrado tiene un merito demostrado y bajo la sombra del título se juega a músculo y astucia a veces te es adjudicable el “cria fama y acuéstate a dormir” en el tejido del coliseo con sollozos palpables. por: Wilmer Ricardo Acosta-Izturriaga La pócima para catarsis.Cuando lamo el borde de tus labios, con esas curvas hondas, siento
que intento dibujarte pero te me vuelves abstracta en la punta de la lengua. Se desperdician entonces los suspiros, pero así debe ser, creo que en concepción deben ser exhalados. Cuando mi mirada se vira en el temblor de tu boca, ese que haces sin darte cuenta, hay una ruptura interna, una implosión que me vuelve dicotomía. ¿Qué se supone que deba hacer contigo? Me dedico a cazar momentos de combinaciones, donde me derogas, donde me diluyo en tu carnosidad. Debo aceptar finalmente mi adicción. por: Wilmer Ricardo Acosta-Izturriaga Te amé in situSe me devuelven los desdenes
las argucias resonadas, pírricas y perecederas, nuestro mito de los andenes el choque de contrariedad con los viejos edictos “se vive hoy o nunca” no sin cierto desaire de levedad repito sin intención suicida las palabras y síncopes en un tablero improvisado con monocordios que encandilan ojos como metáforas cruentas que guían silogismos y confusiones trémulas, nuestros desencuentros y tretas queriendo ser susceptibles cuando nos amamos ahí sin aguardar más allá creyendo en adioses sin validez. por: Wilmer Ricardo Acosta-Izturriaga |