Caracas, 1991. Actualmente vive en Barquisimeto Fan número uno del café y las malas decisiones. Martir de la ingeniería, entusiasta de la literatura. Bilingüe como forma de comunicarse en ingles sin buenas razones. It just kind of happens! Fluye en vez de planificar. Siempre ha querido tocar guitarra pero no tiene ni una pizca de oído musical. La mayor parte de su obra inédita, permanecerá inédita. Pero tiene un blog porque perdió una apuesta.
vanessacanzonieri.wordpress.com/ |
Tres Tristes (micro) Relatos1. Mentirosos
La mira dormir a su lado, con el cabello rojo adherido al cuello y la piel blanquísima, quizás mortecina. Él suspira y le susurra al odio: -Cuando te creé ni existías, y ahora que existes ni te creo. Y se fue a fingir ser infeliz para que ella pudiera fingir dormir. 2. Perdida Me perdí donde siempre, lo bueno fue encontrarme donde no había buscado. Cualquiera diría que me escondo de ti. 3. La cura Fui a la farmacia y pedí por favor dos frascos de amor incondicional pero me han dicho que lleva agotado años y que ahora solo los ricos pueden comprar tal cosa. Pedí entonces una cura para todos los males, para las tristezas, los desamores y el tedio de la monotonía. Me vendieron un bisturí, me sentí contenta al menos esto estaba al alcance de todos los mortales. A veces no se está mal acáAnoche salí con los muchachos, se sintió raro sin ti. Es extraño que me hagas tanta falta aunque te vi hace poco, debe ser el hecho de saber que no puedo verte. En fin, me regresé a mi casa, como siempre de la manera menos prudente; a las once de la noche, en un carrito por puestos. El chofer no sabía ni donde estaba, era nuevo me imagino. Me dijo que le fuera diciendo por donde era porque él no sabía. ¿Has visto eso? Pedirme a mí, la perdida número uno que de las indicaciones. Menos mal era hacia mi casa de otra forma las cosas se hubieran complicado. Creo que ni el vallenato pudo haberme jodido la buena vibra que cargaba pero de todas maneras estaba sonando en la radio un programa sobre un doctor que receta canciones a sus pacientes en vez de pastillas: El récipe. Estaba como inspirado en el hecho de que intentaron curar a Cerati con música; me pareció una ironía, justo hoy que se murió, porque no se pudo, ni a él pues.
El programa, claro, no me dio muchas esperanzas al principio, aunque eso es una reacción intrínseca derivada de mi insatisfacción crónica. Era un tipa que la dejo un hombre al que detestaba, y bueno los sentimientos encontrados que generaba eso, algo como una confusión contenta. Yo veía venir un drama pop de Taylor Swift, la orejas me picaban de lo segura que estaba. El pana le recetó cero redes sociales por tres meses y escuchar a diario “Oh so quiet” de una fulana que ni entendí el nombre. No la conozco y probablemente tú tampoco, porque eraBlues. Creo que era blues porque en algún momento la canción lo decía, pero para mí todo eso esJazz. Sonaba riquísimo a Marilyn Monroe, en un carro que tenía pinta se ser del mismo año de la canción. ¡Y la voz, que voz! El coro era susurrado, oh so quite, con un pianito perfecto. A veces no se está mal acá. Sí claro, todo está jodido y cayéndose a pedazos, pero coño también es absurdo lo bien que puede verse el desastre. Porque de vez en cuando las vainas fluyen de una manera que solo puede pasar aquí. Entramos en la autopista y la canción dice “shhh” como antes de contarte un secreto. La vista se abre a la ciudad encendida de luces. Y fuck, fue como: “Mira coño, tantas personas han pasado por acá y no han visto esto: La ciudad es hermosa. Ssshhh, no se lo cuentes a nadie” Que maneras tan sutiles de recuperar esperanza, una canción brutal en el momento adecuado. Que loco que todo sea casualidad o causalidad. Que loco que te extraño y que te envidio la verdad, pero igual me parece que ni Europa compensa las cosas que te pierdes acá. ¿Viste? Significa que tengo cosas que perder. Que aquí es fino también, tampoco me estoy perdiendo de la vida completamente por no viajar, aquí se vive también. Y te digo una cosa, hay todo un rollo mental armado que dice que mientras más sol se es más feliz, pero yo la esperanza y la belleza mística solo la veo de noche. Y bueno ajá, tampoco te creas que es un cambio profundo, no es que me lave de la frustración de un pasaporte intacto, pero es algo. En fin, el curso de los eventos fue totalmente inesperado. Mejoró.Cuando se acabó el blues no tenía expectativas, sino miedo. De que jodieran la sensación de epifanía o que el pana cambiara la estación de radio. La siguiente canción fue disco, darling. ¡Que buen gusto, que buen gusto!. Y coño que sincronía tan impresionante sin que nadie la orquestara, creada únicamente por un observador. Subir el elevado con esas luces súper intensas como reflectores mientras suena disco que sabe aHollywood. Era una película, y la ciudad entera de lucecitas sacudían el esqueleto. Y para terminar mi más épico viaje en carrito de tres actos, no te imaginas. Guess what? Bjork. ¡No me jodas! Y bueno ahora no puedo pensar en Bjork sin que me vengan a la mente situaciones bastante gráficas de momentos privados, pero no propios porque me cuentas demasiadas cosas vale. Oh, las ironías, todas las ironías que la vida me va poniendo como una lluvia de manzanas cayéndome encima, como si yo fuera Newton no joda. La parte más gris del viaje, la que tiene más sombras que luces. Pues música nórdica. Enchanted Bjork. Me bajé antes de que se terminara la canción, la vida sigue sin uno y hay gente que se baja de los carros sin hacer metáforas al respecto. En fin, yo jamás he querido ser la persona que espera, la estúpida que se queda en el puerto esperando por el marinero. Yo quiero las aventuras, no escucharlas. Y entonces te fuiste, y eso está chévere, es perfecto para ti. No te cuestiono en ninguna forma, sino a mí. ¿Qué me hace eso a mí? ¿La que espera? ¿La que recibe los correos con las historias divertidas y extravagantes? No, no quiero ser esa persona. Pero tampoco quiero dejarte. Entonces así lo resuelvo, me vale mierda que seas tú el que está Europa acabando el trapo, cambiando el mundo, siendo perfecto y esas cosas. Yo voy a contarte mis fascinantes aventuras, y tú tendrás tanta curiosidad de saber de mí como yo de ti. No me estoy moviendo tanto como tú, pero dentro de mi estanque también me muevo. La Sociedad PerfectaVenezuela bulle en alegría, finalmente hay un nuevo presidente y el pueblo está invadido de felicidad ante la perspectiva de comenzar otra vez, se acabó la era negra y ahora todo será más prospero y mejor. En un acto de fe hacía su recién adquirido pueblo el nuevo mandatario de estado ha establecido la Comisión de desarrollo sostenible y siguiendo la línea de los premios Nobel, le parece que las seis bases que mantienen y desarrollan una sociedad son la Medicina, la Literatura, la Física, la Química, la Economía, y la Paz. La iniciativa fue recibida con enorme aceptación y se crearon de inmediatos grupos de físicos, químicos, médicos, literatos, economistas y activistas que presentaron proyectos. La abrumadora participación hace que todos estos planes sobrepasen el presupuesto y no pueden llevarse a cabo al mismo tiempo. Como son los profesionales de mayor valía del estado, el presidente les encarga escoger seis representantes por rama y que luego este grupo decida en qué orden se efectuaran, recordándoles que sólo deben postergar algunos pero todos serán satisfechos eventualmente. Logrando así la utopía que todos soñamos, ser un país desarrollado.
*** Las interminables e infructuosas discusiones sobre a quien escoger, independientemente del gremio, se parecían mucho a esta: -Esto es ridículo ¿Cómo Alvares va a estar en la comisión de medicina? Debe tener menos de 40 años y por amor a cristo es un pediatra, ha pasado casi todo su corta y precaria carrera haciendo rurales y otras cosas insignificantes. ¿No se la pasa vestido de payaso en los hospitales? ¿Quieren que ese hombre represente a los médicos de Venezuela? -Dr. Bolaño, exactamente de eso se trata, creemos que el Sr Alvares tiene la sensibilidad social que hace falta para esta tarea. Ha publicado varios de sus estudios, su carrera ha sido muy exitosa. -¿Sensibilidad me dices Martínez? Deben todos haber perdido la cabeza, como vas a enviar a alguien sensible con físicos, químicos y economistas, uno no tienen alma y no creen en ni en el mismo dios, y los otros ni corazón ni escrúpulos. La sensibilidad déjasela a los literatos y a los activistas que saben engatusar a cualquier con eso que llaman poesía. Ja, ¡que es sensible! Como si fuera a tratar con pacientes. Además qué sabe él ¿Cómo va a escoger los mejores temas de investigación si nunca ha investigado? -Dr. Bolaño, creo que está muy equivocado si cree que tener sensibilidad social no es importante en este momento. ¿No se trata de construir la utopía? -Y usted señorita Rodríguez debería pedir un puesto en la comisión de literatura si cree que la utopía se logra por medios utópicos. -Pero Dr. Bolaño quién mejor que un médico para saber la fragilidad de la vida -Ciertamente ¿Quién mejor que un médico para saber que después de tantos años una vida más o una vida menos no cambia nada? La medicina triunfa cuando salva a un pueblo, no cuando salva a un hombre. *** La comisión tardó seis meses más de lo previsto en conformarse mientras los gremios escogían a sus representantes. Los físicos fueron los primeros en decidir, quien resolviera los 500 problemas propuestos primero y de forma correcta serían los escogidos, desde luego les llevo mucho tiempo cerciorarse que realmente estuvieran correctos y ni ellos consiguieron ajustarse al calendario original. Hubo quien se quejo que la rapidez no es sinónimo de genio, y que a Einstein le llevo muchos años enunciar su teoría. Un joven físico que ni siquiera había resultado escogido respondió a esto, le dijo a su interlocutor que dejara de avergonzarse y no se comparara con Einstein, si es que hubiera en esa sala alguien como Einstein de buena gana le dejarían escoger a dedo a quien él prefiriese. No hubo más discusión. Los activistas pasaron meses deliberando sin llegar a nada, ¿Quiénes eran para decidir que salvar a un perro era más importante que salvar un árbol o a una persona? No había parámetros dignos para ellos, entonces un activista anunció que haría huelga de hambre hasta de decidieran algo, fue la más brillante de las decisiones, todos los que querían estar en la comisión de la paz se unieron inmediatamente. Los activistas siempre han sido conocidos por rehusarse fervientemente a hacerle daño a cualquier ser viviente que no sean ellos mismos, tanto que no se sabe si son mártires o masoquistas. Pero finalmente pudieron decidir, los últimos seis que permanecieron en huelga de hambre fueron los escogidos, aunque fue una lástima que no le dieran crédito al de la iniciativa y que este se hubiera quedado por fuera cuando sucumbió ante la delicia de un brownie. Los economistas pudieron haber sido los primeros, su sistema era obvio y sencillo, pero cayeron en litigios legales, disputas mediáticas y difamación por malversación de fondos. Como en la historia bíblica, asignaron cierta cantidad de dinero a cada participante y quienes para el final tuvieran más, serian los elegidos. Aparentemente algunos de los participantes olvidaron que sólo podían usar métodos legales, y sus sabias decisiones económicas, eran terribles decisiones. Por supuesto quien hiso esto fue una dramática minoría, pero eso es más que suficiente para manchar la reputación de todo un gremio por varias generaciones. Pagar a los abogados consumió todo el dinero que ganó la comisión, el legal y el no tanto, al final y con muchísimo retraso consiguieron sus seis representantes. Los médicos, se escogieron entre ellos mismos como un paciente escoge a su doctor: el que tenga más títulos colgados en su consultorio. Hicieron un ceremonia parecida a cuando se elige un papa, porque la pretensión de los médicos es innegable y además esto les daba la oportunidad de usar palabras en latín. Hicieron todas las rutinas papales, desde votar por ellos mismos para que nadie ganara hasta el manejo de intereses y dinero para influenciar los resultados, antes de llegar al “Habemus Medicus”. Seguramente hubieran terminado más rápido si no hubieran emulado también la intriga de la iglesia, pero finalmente lo lograron tal como lo querían, con alta cobertura y mucha dignidad. Los literatos, hicieron lo de siempre, dejarlo en manos de los lectores para luego quejarse del mal gusto que tiene la sociedad en estos tiempos (aunque con “estos tiempos” realmente quisieran decir “todo el tiempo”). Según los lectores ganaron los seis mejores, según los literatos los seis peores. Habían muchas quejas validas, sobre como Marcel Proust no fue reconocido en su tiempo, como ni Borges ni Cortázar ganaron el Nobel, y las clarísimas diferencias entre un texto popular y un texto de calidad, pero los escritores protestan con ensayos y esto sólo impacta a los intelectuales y la verdad los intelectuales no son nada revoltosos. Los literatos marginados sólo consiguieron que les dedicaran artículos de opinión en los periódicos, galerías en museos pocos visitados y cortometrajes con poca exposición. De los químicos que resultaban los menos interesantes al público no se supo nada hasta que ya habían decidido. La abrumadora mayoría de mujeres en este gremio hizo pensar a muchos que fueron quienes decidieron más apaciblemente, aunque también se decía que les costó varios jalones de cabello, no había nada para probarlo y sin fotos ni videos de mujeres revolcándose violentamente la audiencia rápidamente cambiaba de canal para saber más de el litigio de los economistas o del ultimo ensayo de cónclave papal de los médicos. Y aun cuando finalmente la comisión de desarrollo sostenible empezó a “funcionar” no se registraba ningún avance. De hecho, fue apodada por la prensa como la “Comisión de discusión sostenible”, no era más que una disputa eterna con insultos sofisticados. Los literatos denunciaron que los físicos hicieron plagio porque desde hace mucho que ya no hay nada nuevo que investigar en la física, los economistas acusaron de desfalco a los médicos pues todos sus proyectos no eran más que formas de enriquecerse a costa de la salud pública, los activistas sostuvieron que los químicos eran inhumanos pues su planes no era seguros y tenían efectos secundarios en las personas y el medio ambiente. Los físicos implicaron que la literatura era innecesaria y si ésta desapareciera no habría ningún cambio en la humanidad, así que invertir en fantasía era sin duda un desperdicio. Los médicos tacharon a los activistas de inútiles, desde Gandhi se sabe que para practicar la paz no hace falta mucho dinero por lo que sus requerimientos era inauditos. Los químicos manifestaron que los economistas no buscaban la igualdad sino una distribución conveniente del poder, por lo tanto eran conspiradores y tramposos, dejar a un economista manejar dinero era sin duda una perdición para las clases no privilegiadas. Cada grupo se rehusó a trabajar con los otros, cada propuesta lograba sólo 12 votos a favor, si era especialmente buena 18, y se necesitaban al menos 24 votos de los 36 que conformaban el quorum. No se llegó a aprobar ningún plan, luego de meses no quedó más opción que desintegrar la comisión y admitir que esto es Venezuela, no Suiza, y una utopía es una utopía. ¿Habrán por un momento considerado las personas más inteligentes del país, que nunca hubo ningún presupuesto y que eran parte de un ensayo a gran escala de la vieja paradoja del prisionero? Que probaron que incluso las más brillantes mentes, y las mejores de las intenciones no son suficientes para elegir el bien común sobre el beneficio propio. Que fueron conejillos de indias en un estudio con una comisión ficticia para demostrar que lo que necesitamos realmente no son más recursos. |
El Zarcillo.Álvaro era un hombre redondo, no hay otra manera de describirlo. Tenía la nariz redonda y con aspecto acolchado, lo mismo que su barriga aunque no era demasiado prominente; los lóbulos de sus orejas eran pequeñas almohadas redondas y sus dedos terminaban en bultos circulares. Cualquier persona observadora siempre terminaba horrorizándose a sí misma por preguntarse si bajo el pantalón también tendría esta forma redonda y rechoncha, aunque esta fuera simplemente una pregunta inevitable de esas que siempre se evaden.
Lo único atractivo en él era su voz, era pulida y fluida, como si fuera el río y la piedra por la cual pasa al mismo tiempo. Resultaba ser un arma de doble filo; las personas le escuchaban tanto si lo que decía era interesante o no, pero olvidaban lo que había dicho tan pronto se callaba, por la misma razón que no les importaba la calidad del mensaje; que no habían prestado nunca atención al mensaje sino al medio. Sin embargo, jamás decía nada relevante, lo que era una bendición, le evitaba la frustración de ser omitido. Álvaro está durmiendo en el sofá, por un zarcillo y por la necesidad de drama de su esposa que no quiere admitir ni siquiera a ella misma que esta aburrida de su vida perfecta y que lo único que sabe hacer para cambiarla son conflictos porque realmente no posee ningún talento. Él gastaba su tarde inofensivamente en tomarse un café con una torta de chocolate para contribuir a su redondez. Por la razón que fuera, se da cuenta de un pequeño punto brillante en el piso y lo reconoce como un zarcillo; a pesar de su conocida pereza y los inconvenientes que su complexión suponían para agacharse, lo recoge y le pregunta a la camarera si era suyo. La muchacha que tiene 23 y una afición por el yoga y la ropa ajustada como medio para quejarse de que cualquier pelmazo existente la mire como si no tuviera nada puesto, asume lógicamente que esta pregunta no es sino una forma más de querer acostarse con ella, mientras piensa en la poca moral que tiene ese hombre para proponer algo semejante siendo tan redondo y sin ni siquiera quitarse el anillo de casado, le responde monosílabamente “no”. Álvaro que ya había gastado toda su cuota de iniciativa del día, no hace otra cosa que encogerse de hombros y colocarlo en su bolsillo ante la agotadora idea conseguir a la dueña. Tendría que preguntarles a más personas si habían perdido un zarcillo, hacer un cartel y colocar un número de contacto para recuperarlo o encontrar alguna caja de objetos perdidos; lo cual era un exceso de actividad para un objeto tan pequeño. Y si no fuera porque más tarde buscando algún papelito escurridizo, que sólo son útiles cuando no se tiene, sacó el zarcillo del bolsillo frente a su esposa; jamás hubiera descubierto la relevancia de los objetos pequeños. Su mujer había armado un escándalo de inequívoco aburrimiento que pudo ser acallado con un beso como cualquier discusión desechable, pero ni con cuota de iniciativa de tres días Álvaro hubiera hecho un movimiento tan atrevido. Mientras está tendido en el sofá, expulsado de su habitación, en la casa cuya hipoteca le costaba dos tercios de su sueldo, Álvaro decide encontrar a la mujer del zarcillo; mientras que su esposa arma todo un plan de espionaje para encontrar la amante de hombre que no ama. Nisperos Maduros“Se ve mal pero sabe bien” había dicho Sebastián. Como algunas de las mejores cosas en la vida, incluyendo a las personas.
Eran marrones por dentro y por fuera, y coño sabían como que la naturaleza aprendió a quemar la azúcar para hacer caramelo. Tenían una consistencia tentativa, que está como esperando tocar una lengua para dehacerse. Y cuando Lucas terminó por comérselo luego de vacilar y mirar con obvia desconfianza, abrió los ojos con sorpresa. Hizo un sonido de aprobación que en otro contexto podría ser un gemido de placer. A Sebastián le llevó dos segundos imaginar otro contexto y la sangre le empieza a fluir más rápido de lo normal. Y después niega con la cabeza y se reprocha a sí mismo. “A ustedes los caraqueños les gustan son las frutas bonitas, si son importadas mejor. Quieren verse bien hasta comiendo por eso les gustan las fresas, las manzanas, naranjas, mandarinas, la patilla, las uvas. Para ustedes la lechosa ya es medio extraña. Cuando comen mango es verde y si alguien más lo pela y lo pica. Pero a mi me gustan las frutas que se ven mal o que te hacen ver mal. Me gusta la piña que te pincha los dedos y te deja la lengua rasposa y el coco que cuesta una bola y parte de la otra para abrirlo. La guayaba a la que hay que sacarle los gusanos, porque todas tienen. El mango maduro que se te queda entre los dientes. El mamón que te deja en la mano una pepa toda lambuseada. El merey recién arrancado de la mata, que es carnoso, huele mal y se chorrea por todos lados pero es dulce y sabe diferente pero un buen tipo de diferente, como a icaco. Pero los nisperos siempre han sido mi preferidos” “¿Qué coño es un icaco?” “Son como dátiles. Que crecen en unos arbustos más o menos grandes. En la playa hay pero son rojos. Los que crecen en los pueblos son blancos manchados de rosado. Había una niña que decía que parecían pequeños huevos de unicornio y yo le respondía que era una tonta porque en tal caso los unicornios serían mamíferos como los caballos. Al final acordamos que parecían huevos de dragones aunque en verdad no se parecían nada. Ni siquiera eran tan sabrosos pero tan genial que algo así realmente se pudiera comer, que coño, obviamente no los comiamos. Ella se llamaba Carlota, pero todo el mundo le decía Carola. Era la nieta de la vieja amargada de mi vecina y sólo iba en vacaciones” “¿Cómo dijiste que se llamaban estos? ¿Dónde los compraste?” “Son Nísperos, nunca los he comprado, de hecho tenía tanto tiempo que no comía uno que se me habia olvidado que me gustaban tanto. Esos los trajo mi mamá. Cuando era niño mi vecina loca, la abuela de Carola, tenía una mata inmensa de nisperos. Yo me iba descalzo, me saltaba la cerca y me subía me los comía sin siquiera bajarme del árbol, haciendo equilibrio en las ramas los abría con los dedos sucios. Porque para conseguir los mejores hay que encaramarse en la mata y agarrarlos antes que se caigan y se rompan. Después me quitaba la franela para limpiarme la cara las manos. Cuando me bajaba estaba sucio, descalzo y semidesnudo. La señora Hilda, como se llamaba, me gritaba histérica con la escoba en la mano como si yo fuera un perro callejero y me iba corriendo a mi casa. Entonces mi mamá hacía torta de pan, la mejor torta de pan del universo y no me daba ni un poquito, se la llevaba completa a la señora Hilda y ella no le daba las gracias pero decía: ‘Por lo menos no le salió torcido el muchacho’. El tiempo demostró que se equivocaba pero en ese momento yo no entendia que tenia que ver, o a que se refería con ‘torcido’. Cuando estaba Carola, le pedía a su abuela un pedazo de torta grande y me lo daba, porque a ella no le gustaba, con la condición que la próxima vez le bajara uno de los nisperos buenos para ella, porque le daba miedo montarse en el árbol.” “Qué putada, a mí nada más me llevaban al parque y eso a veces. De todas maneras cuando íbamos no podía ensuciarme la ropa” “Yo estuve sucio por años. Mi mamá insistia e insistia que me bañara. ‘Te van a comer las hormigas’ me decía y yo nunca quería. Entonces un día me prohibió siquiera lavarme las manos. ‘Ya vas a ver como te comen las hormigas’ me dijo. Yo estaba lleno de tierra y dulce de lechosa. Las hormigas sí me picaron, y aunque siempre me picaban, pero esa vez me asusté tanto que lloré por horas. De verdad pensaba que iban a comerme completo. La única forma de que parara de llorar fue que me dejaran bañarme. Supongo que he sido más higiénico desde entonces. Fue el peor castigo que puedo recordar. Eso y la vez de la jarra de panela con limón” “¿Qué pasó con la jarra?” “Había mucho calor y yo me serví el último vaso de panela con limón. Mi mamá me dijo que le diera un poquito y yo le dije que no, que eso era mío, yo lo había agarrado primero. Ella jamás en la vida me pegó, pero ese día estaba tan molesta que pensé que iba a hacerlo. ¿Sabes que hizo? Una jarra enorme de panela con limón. Pero coño, era gigante. Y me dijo: ‘aquí tienes, es tuya y no la puedes compartir con nadie. Tomatela’ y me hizo beberme toda la jarra sin poder ni ir al baño. Hasta que me dolía el estómago y estaba llorando pidiendo perdón. No sirvió de nada, no pude levantarme de la mesa hasta que me bebí todo. Te juro que hasta el día de hoy me desagrada y no tomo esa vaina. Desde entonces, cada vez que yo no quería compartir algo mi mamá me preguntaba si no tenía sed, y coño, eso era todo lo que necesitaba para hacerme cambiar de opinión.” “Que loco, güevon. Nojoda, tu mamá es lo maximo.” “Sí, lo era. Acaba de irse, hace cuatro años que no la veía. Me había olvidado, como con los nísperos, porque es que la quería tanto. Si hubiera sabido que venía hubiera hecho panela con limón. Eso habría sido fino” “¿Por qué no la habías visto en tanto tiempo?” “Porque un día se fue, se devolvió a la casa de cuando era niño, junto a la señora Hilda. Dejó un post-it en la nevera diciendo que ya no soportaba Caracas. Lloré y lloré, le rogué a mi papá que me dejara irme con ella, creo que él nunca me ha perdonado eso. Me dijo que si lo volvía a repetir me iba romper la boca de un coñazo. Me llevó años entender que no era que él no me quería dejar ir, era que ella no quería que yo fuera. No la había visto hasta hoy. ‘Sebas, te traje nísperos’ dijo como si no hubieran pasado cuatro años, pero cuando iba a besarme en la frente, como siempre, ya no alcanzaba.” Mucho antes de darse cuenta Sebastián había empezado a llorar. Desde que Lucas había dejado de comer y se había quedado con un pedazo chorreante de fruta madura a medio camino a la boca y una cara de pánico incómodo. Tantas veces que había intentado emborrachar a Sebastián a ver si hablaba de algo personal, si dejaba de evadir las preguntas más pendejas del mundo. Y ahora resultaba que una cesta de frutas era todo lo que necesita. Pero la victoria, aunque dulce y suave como caramelo se le quedó atascada en la garganta y no lo dejaba hablar. |