Un reflejo que se asoma, un sentimiento que se apaga.En el reflejo de un cristal roto puedo observar tu rostro. Tus ojos color almendra me hacen cruzar esa linea invisible que divide la tristeza de la felicidad.
Momentáneamente regreso al instante en el que te vi partir. En tu maleta guardabas el recuerdo de lo que fuimos en un tiempo donde el significado de nuestras risas escondía el más puro sentimiento de complicidad, o por lo menos eso era lo que queríamos crear. -Abrumador es tu amor y pasional son tus escritos- Éso era lo que pensaba cada madrugada, cuando la soledad era mi mejor medicina y me resguardaba en los versos de Onetti: Cinismo, alcohol, cigarrillos y musas perdidas... Tú que no me buscas. Tú que estás tan lejos. Tú que te vas y no reparas en que la distancia que nos separa nos vuelve más depresivos, melancólicos, distantes. Yo que llevo mi imaginación al limite, agudizando el oído para escuchar el sonido de tu voz. Yo que me imagino junto a ti, en lugares remotos, corriendo para alcanzar lo inalcanzable... Es que el aire de una noche nublada, el recorrer de un camino estrecho, el tic-tác de un reloj, el ruido de los peatones, las respiraciones entrecortadas y hasta la silueta borrosa de un desconocido, me acercaban a ti. Sin embargo, nada de eso es suficiente para calmar mis deseos de volverte a ver y sentir la calidez de tus abrazos, junto con las caricias que producían tus labios al rozar los míos. Es como tener sed y no poder tomar agua. Me marchito lentamente con el pasar de los días y lo que siento por ti muere en las paredes de esta habitación vacía. por: Rosalyn villamizar Ya no me resulta grato recordarteLos meses transcurren lentamente. Está lloviendo. Veo como las gotas de agua rocían el jardín y nutren el suelo. Deslizo mis dedos por el cristal de la ventana que da hacía la parte posterior de mi hogar, diviso los rosales que decoran el espacio y la farola que ilumina la penumbra.
Un dolor punzante arremente contra mi pecho, me quema. Es una dolencia interna, causada por un sentimiento de culpabilidad. Algo se ha quebrado dentro de mí, así como las frágiles ramas de un árbol. Es que por ser macizo, no significa que sea fuerte, al contrario, la corteza es engañosa, por dentro se pudre y aparecen las vetas. El salón principal está vacío, mis ojos se adaptan a la oscuridad, al sonido de las distintas y pertubadoras voces que taladrán mi cabeza, por unos instantes reina el silencio, a continuación, me hundo en la tristeza más despiadada. Cada viernes nos servíamos una copa de champán, nos sentábamos en nuestro sillón favorito, ése de terciopelo azul que está situado frente a la chimenea, y tras observarnos con cautela hacíamos nuestro brindis secreto: por el cielo y las estrellas. Por nuestro amor, por la infinidad. Me gustaba arrescostarme en tu pecho, escuchar los versos que salían de tus labios. Me has convertido en un escritor que requiere una dosis extra de café para lidiar con la pesadez de ser humano. Fuiste el intervalo de palabras que se fraccionaba en mi mente, música para mis oídos...Te encontré en las nubes grises que acompañaban a la nefasta tormenta, en los días que yo era una metamorfosis de sentimientos. A veces te encajabas, te desencajabas y al darte forma, existías. Ahora tienes el rostro de un desconocido. Te busco en los rincones de mi mente, mis surcos neuronales me hacen recordar tu olor, tras un par de pausas, logro transformarte en un boceto. Intento plasmar los rasgos que distingo, proyecto la escena en tonalidades de grises, y doy un par de retoques a tus pupilas... Luego, al culminar, el suelo se vuelve rojo, la sangre no se va y aunque mis brazos están intactos, los tuyos no. Sufrimos juntos. Mis manos están llenas de ti. Te abrazo, te digo que vas a estar bien, y te entierro un puñal en la espalda, acabo con tu lamento. Te he traicionado. De a poco todo se ve lejano, y va quedando el retrato de un rostro aterido, una imagen quebrada , una mano fina que descansa encima de una alfombra empolvada, gotas de sangre en la comisura de unos labios que ya no están tibios, y unos ojos cuyo luceros se han apagado. Desapareces y no puedo volver a reproducirte. Me has dejado sumergido en un cataclismo de pensamientos. por: Rosalyn villamizar Desvarío.Cuatro paredes blancas y una ventana de barrotes conforman mi habitación. Las filtraciones del agua del aire acondicionado han originado fisuras en el techo. El olor a moho me causa repulsión. Llegué a este lugar hace un mes, mi memoria ha bloqueado las causales de mi estancia aquí. Cuando intento recordar me veo cubierta de barro vagando en la carretera. Desde que estoy recluida no me han permitido recibir visitas; no sé si tengo familia, no sé cuál es mi nombre y en mi mente se formulan una cantidad de preguntas, y no logro pronunciar ninguna; mis labios están sellados...
Diariamente viene una señora a chequearme. -Hola, Bella, hoy tienes mejor aspecto- Pronunció, con tono gélido y sonrisa insípida. La señora de estatura mediana y cuerpo proporcionado vestía un conjunto azul marino. Parecía enfermera. Me observó con detenimiento. Sacó del bolsillo de su camisa una pluma y comenzó a escribir en su libreta. Al culminar se dirigió hacia la puerta y se marchó en silencio. Ella no esperaba reacciones de mi parte, sabia que mi semblante no se inmutaba, solo por medio de mis pupilas podría distinguir mi estado de ánimo. A través de una pequeña ventanilla que tenía la puerta en la parte inferior, desplegaron una bandeja de comida. Pan y zumo de naranja. No tenia apetito, preferí arrinconarme en una esquina y apoyar el mentón en mis piernas. Bella, Bella, Bella. Con qué ese es mi nombre... ¿Para qué me retienen aquí? Ya no resistía. Los párpados lentamente se me cerraban. No he dormido lo suficiente. Brevemente al cerrar mis ojos escucho la melodía que vuelve a mi una y otra vez para sorprenderme con el dolor del fracaso, que sigue vivo y se disfraza de un recuerdo pasado que obstaculiza mi presente. Me visualizo en una casa, la tormenta rugía afuera y el viento azotaba las ramas de los arboles. En la sala observo un pianoforte de madera y teclas albinas, papeles que cubren el piso y los muebles están tapados con sábanas blancas, excepto por uno. La habitación es inhóspita, no tiene luz propia, sin embargo, se filtran los rayos del sol por el vidrio roto de una ventana. Al aproximarme al sofá empolvado, noto el cuerpo de Lucas. Posee una belleza exuberante. Tez clara y cabello negro azabache. Impulsivamente muevo mis dedos desde sus párpados hasta su cuello, dibujo una linea fina con la sangre que se filtra de su pecho. Al estar mis labios sobre los suyos, me deleitó con su aroma. La suavidad de su piel me invita a quedarme tendida junto a él. Ya no puedo hacerlo. La casa se derrumba y aparezco en un bosque, rodeada por un follaje de arboles. Alguien pronuncia mi nombre con desesperación. Está tan lejos que me resulta inalcanzable. Busco una salida que me conduzca a la representación física de aquella voz. Mis esfuerzos son en vano, al descender por la colina, atravesando la oscuridad, me adentre más en el siniestro bosque y me perdí entre las cortezas, ramas y hojas de los inmensos arboles. Siendo acechada por los ojos de los animales que habitaban allí. -Soy una presa fácil- Pensé. Despierto del sueño teniendo frío. Esta vez logré recordar. El desenlace de mis sueños ocasiona que los lapsus de bloqueo vayan desapareciendo. Tengo la sensación de que sé quién soy y que Lucas me está buscando. La realidad me grita que mi vida pasada es una ilusión. Vuelve el dolor, el sabor amargo de la despedida. Así como la rutina de estar rodeada de tinieblas, junto al yugo de querer morir y no poder hacerlo. por: Rosalyn villamizar Ella.Bajo el cielo de parís nos encontrábamos, de tanto recorrer las calles de forma sigilosa persiguiendo nuestras sombras, decidimos instalarnos en un pequeño hotel desvencijado. Nos gustaba el olor a humedad y la frialdad que transmitía aquel lugar. Convivir con demonios que se ocultan en la memoria, era lo nuestro.
-Quiero dormir en el diván- comenté con pesadez y la miré de soslayo. Por una fracción de segundos ella miró a través de mis ojos y habló por medio de mis pensamientos. -Estoy cansada- Respondió. He hizo un gesto con sus manos finas para abrir la persiana de la ventana. -Se divisa una linda noche, típica de una comedia parisina, de esas que tanto te gustan y describes ampliamente en tus novelas- Susurró cerca de mi oído. Me reserve mi comentario y me ubique a su lado para disfrutar de la sensación de frescura que me producía el viento al soplar mi rostro... Era grato verle. Aquella chaqueta de cuero negro, le sentaba bien, hacia juego con la boina que había optado llevar sólo para complacerme. Tan atenta como siempre. -Tienes poses de bailarina de ballet. De una protagonista de la época de oro, querida. - Le regale una mofa sonrisa. -Fui bailarina. En ocasiones fuiste a ver mis presentaciones. ¿No lo recuerdas? Aquel teatro en Viena, el telón rojo que anunciaba mi presencia, las rosas que se marchitaban con mi ultima actuación. - Agregó con un tono que reflejaba la añoranza de recuerdos que ya se habían extinguido. -Por supuesto. Danzabas entre flores de cerezo y sus pétalos cayendo del árbol te rodeaban en sus brazos. Eras la que volaba entre las nubes.- Le mencioné. Me separe unos cuantos metros. Entre la oscuridad con esfuerzo podía apreciar su figura menuda y delgada, su cabello negro y su tez pálida. Es una copa desnuda... Entonces, pensé: Está la copa, la mano que la sujeta y los instantes que le permiten flotar. Arrecostada en el sillón junto a la chimenea me sitúe. Fumaba un cigarrillo. Entre calada y calada, de mis labios sé escapaban breves frases de Onetti, ella ausente me escuchaba con desdén y observaba el humo que se disipaba en la habitación. Fría y con temor. Con ansias de vidas ajenas y sueños rotos. Insegura, así se sentía. En silencio transcurrieron las horas. Ese era su arte: no hacer preguntas. Quería vivir, aunque no sabia cómo hacerlo. Con ella encontré el amor en la sensación que nos producía el vino cuando se deslizaba por nuestras garganta... Saborear lo dulce y el toque agrio de una vida que rebosa nostalgia, era la felicidad en su punto más alto. Ella, se desaparecía con la lluvia tibia que aruñaba la tierra en vez de enamorarla... Se desvanecía entre lienzos y pinturas tiradas en el suelo. Se ocultaba en las notas graves del piano. Y moría al acabar la tinta de la pluma, dejando un destello de un querer perdido. por: Rosalyn villamizar Quimera.Lo amó
con ternura y vehemencia con deseo y apego con el querer vespertino de una caricia Pero el amor se extinguió con el pasar de los días Y el tiempo anuncio el vacío sin desmedidas Y la narcosis ataco su vida. Los recuerdos fugaces se van con prisa dejando los trozos de piel a la deriva Roza el borde de la melancolía y la desesperación de un amor que la dejo viciada amado en mayor proporción. Sumergida en la bruma su mirada navega entre las tarde de invierno y las noches de primavera por: Rosalyn villamizar Valle de invierno.Es un día de invierno, los copos de nieve están esparcido en las montañas. Entro en un valle desierto, a lo lejos se encuentran los arboles, tal cual una pintura en acuarela. Escucho el aullido de una manada de lobos, vienen hacia a mí.
El viento helado azota con fuerza, me rodea, pero no provoca ninguna sensación atemorizante, solo hay oleadas de calor que recorren mi cuerpo. Venas. Sangre. Lluvia. Respiro. Ahí estoy. Las lágrimas se pierden, un torrente cae... Camino descalza por la nieve, el frío atraviesa mis poros, he inspirada en el dolor continuo andando, alejándome de lo que me invita a retroceder... Camino lento. Camino rápido. Corro. Grito. Y sin apartarme, vuelvo a la caminar pausado e insistente, voy hacia la imagen que ven mis ojos: radiante y hermosa. Como los copos de nieve que se deshacen al entrar en contacto con la piel sedosa. Al estar más cerca, desciendo. Lo que antes era paz, ahora es oscuridad. Ya no estás y no puedo buscarte. Me he quedado atrapada junto con un amor de invierno. por: Rosalyn villamizar Retratro de dos rostrosSentada en el diván tapizado de color negro estaba Alessa, observando atentamente a cada una de sus victimas tiradas en el piso, con la tez pálida por la sangre que no bombeaba sus corazones, ojos desorbitados y los labios acartonados.
Podía ver la madera cubierta de ese hermoso color carmín. Alessa seguía inspeccionado aquel lugar y recordando una y otra vez los escenarios de ejecución de cada uno de aquellos cuerpos que ahora se encontraban apilados en una fila. Una sonrisa de satisfacción adornaba su rostro. En la oscuridad lejos de Alessa se encontraba lo que algunos llamarían demonios o seres malignos, para ella ese ser demoniaco no era más que un arma que usaba para acabar con la gente que ya no necesitaba, ella nunca se ensuciaria las manos, tenia otro rol que jugar: La inocencia conjugada con la impericia de sus victimas. No se imaginaban que era tan cruel y apática. Cuando se sintiera asfixiada por su pareja, llamaría a su demonio exigiendo que lo eliminara, y como el demonio adoraba ver la sonrisa sádica en su rostro no dudaría ni un segundo en acabar despiadadamente con el insecto que había osado a tocarla anteriormente, recordándole a cada momento de la tortura que el alma de esa chica le pertenecía. Alessa solo detallaba la crueldad con la cual mataban al que hace unos días había sido su actual pareja, y no podía evitar reír por lo celoso y posesivo que era ese demonio suyo. Algo sí le había enseñado, aparte de lo encantador que era la alfombra blanca manchada de color rubí, y los gritos de agonía; ser una persona completamente egoísta. Lo que era suyo no podía ser de nadie más, y si lo era debía eliminarlo. Pero éste era un ciclo vital para ambos, al fin y al cabo ella saldría en busca de una nueva conquista, envolviendola con sus deseos furtivos, para luego mostrarle el verdadero rostro de la maldad, al estar tanto tiempo con su querido demonio, no podía evitar ser uno también. por: Rosalyn villamizar |
Así me despidoUn tono de voz que se cuela por mis oídos de forma liquida, el proceso de asociación, los surcos neuronales que se activan para abrenunciar los recuerdos que me siguen pisando los talones y me sumergen en aguas profundas.
Me veo en un día de otoño. El viento apenas se siente, y los arboles entristecidos se han despojado de sus hojas, ahora yacen tendidas en el suelo. Hace un par de meses desocupé el apartamento que está situado en el centro de parís, una estancia muy confortable y canilosa me proporcionaron las cuatros paredes de la biblioteca que disponía en el segundo piso de aquel lugar. Era nuestro refugio. Te deje a ti, el protagonista de todos mis relatos, acompañado de libros tirados en el suelo y colillas de cigarrillos esparcidas en el escritorio. Recuerdo que el insomnio se paseaba por la habitación, obligándonos a quedarnos despiertos en las madrugadas gélidas de invierno para posteriormente ver el alba. A veces por las tardes me sujetaba de tu brazo y salíamos a caminar. Juntos visitamos el museo Marmottan-Monet, y asistimos al recital de opera: Acis y la ninfa Galatea. Al llegar al piso estrafalario que compartíamos escuchábamos una tonada de Vivaldi, procurando silenciar el ruido de las bocinas de los automóviles y las voces de la muchedumbre que se mezclaban y producían eco. Lucas, eras un hombre circunspecto, no salías de casa sin antes buscar tu cámara, te gustaba capturarme en tus fotografías, y enmarcar paisajes bucólicos, ése era uno de tus pasatiempo. Tenías una visión lúgubre de la vida y una percepción audaz para transmitirlo en el papel. Escribí sobre ti y para ti. Éramos un circuito de emociones que no se podían materializar... Vicio y libertad. Aún puedo ver tu silueta al lado de la ventana, miras con melancolía el hilo por el cual circulan los peatones. Aún te observo defender tu postura ante las teorías de metafísica. Aún siento que tus dedos se posan sutilmente sobre mi mejilla, para no darle espacio a mis dudas. Aún leo en tus labios las palabras que brotaron cuando intente decirte adiós en vez de hasta luego. Aún sé que mis planes suicidas te taladran la sien. Aún escucho el ruido que produce la puerta al cerrarse después de haberte dado la espalda. Aún sé que escribís sobre mi mirada perdida y mi carencia de esperanzas. Aún esperas verme con una botella de vino tinto en la mano, aún esperas que regrese a ti. Quizá si leéis estas lineas al revés mientras la corriente me lleva a mar abierto encontraréis la despedida que vuestros gritos no dejaron escuchar cuando me visteis partir. Quizás el papel esté humedecido por las gotas de lluvia que caen en diagonal. Quizás, Lucas, escuchará mi respiración entrecortada. Quizá si te acercáis un poco más veréis mi brazos desaparecer en la lejanía. Quizá con ésto te des cuenta de que estaré en el silencio, en el derrumbe, en el desvío que conduce a las entrañas del bosque, o en los rincones de tu memoria. Estaré dondequiera que tú estés... Quizás así me despido de ti, y de mí, con mi ultimo respiro. por: Rosalyn villamizar La Psique de una Doble Personalidad.Andrea detallaba el ir y venir de los peatones a través del cristal de la puerta principal que cubría la marquesina del hotel donde se encontraba hospedada, con el tiempo ha aprendido a identificar las emociones que esconde cada rostro: Amor, ira, alegría, dolor, tristeza. -Una muchedumbra de personas que caminan en medio de una ciudad comospolita, y yo una neurótica que no puede seguir una linea recta- Pensó. Era gracioso para ella sentirse ajena a aquel lugar...
Optó por salir a caminar, se condujo a un parque, se sentó en un banco y contempló la luz de la bombilla que permanecía a escasos centímetros de ella. La luz era tenue, un pequeño rayo. Un manto había caído sobre su cuerpo, era la noche. El olor a humedad era una bofetaba para su rostro, un indicativo de que se acercaba una tormenta. La lluvia humedecía su cuerpo y a lo lejos escuchaba el sonido de una sirena de ambulancia. Le perturban su silencio. Se levantó. Enfocó su mirada en las ramas de un viejo roble, capturó la imagen con el pestañeo de sus ojos, suspiró y comenzó a marchar de nuevo hacia el camino por donde había venido. Su vida era una constante monotonía. En su trascurrir, después de haber atravesado un callejón, se detuvo frente a la vidriera de un local. Examinó su reflejo. -La misma bailarina con una pierna rota, la artista de los rostros quebrados, la poeta que busca versos debajo de las rocas - Pronunció cabizbaja y dio un ligero pellizco a sus mejillas. Su piel estaba más blanquecina de lo usual, sus ojos hundidos eran la connotación del desequilibrio de su mente. -Cada una con un rostro diferente, pero la misma presencia nostálgica- Masculló. Pero, se equivocaba, ésta vez había una particularidad, otro reflejo al lado del anterior. No pudo describir con exactitud los rasgos. La silueta se le hacia familiar. Andrea siguió con su caminar rítmico. De vez en cuando se detenía para asegurarse de que nadie la seguía. Sintió sus manos frías, estaban teñidas de rojo. -¡Sangre!- Gritó... Un grito que escucho su yo interior. Retrocedió. Regresó a la vidriera para volver a observarse. Cada movimiento le generaba dolor, sentía sus huesos crujir. Al mirarse ya no habían dos reflejos, quedaba uno. Se preguntó: ¿Quién soy? Su pulso se aceleró, con voz melodiosa se respondió: Soy mi propia autodestrucción. Andrea comprobó que era cierto, esa noche sus movimientos tomaron otro curso. ¿A dónde llegará la desdichada Andrea? Si vosotros lo sabéis, les pido que me lo digan. No la volví a ver desde que me dejó abandonada en su oscura memoria, oculta en la profundidad de una tumba empolvada. por: Rosalyn villamizar El bajo mundo de la locura.Todo empezó aquella noche, en la que te balanceabas en una cuerda floja y te deje caer. Has dejado de existir.
Mi agotamiento físico y mental cada vez es más evidente, solo logro apaciguar el ruido de mis pensamientos cuando me encuentro bajo el efecto del alcohol y un par de ansioliticos. Ayer iba caminando por la calle, sin un rumbo fijo, quería divagar como un alma en pena, arrastrando suspiros. Con cada paso que daba la adrenalina corría por mis venas y un estallido de luces multicolores me hacia estar eufórico, vivo. Era el mejor escape de la realidad, después de ti, claro. Los efectos del alcohol y los alucinógenos van en discremento, la oleada de excitación que recorría mi cuerpo ya no está y eso hace que abrumadores recuerdos lleguen a contratacarme. Te veo a ti, a lo lejos, eres como una fotografía a blanco y negro, que pierde la nitidez por el transcurrir de los años. Tu mirada de enamorada, tu cuerpo que desborda sensualidad como las curvas del violín, tu cabello de color pajizo que se asemeja a la miel o al trigo, cuyo reflejo es más brillante que los rayos del sol. Te veo y no consigo acercarme a ti, estoy al otro lado del espejo, atrapado, junto a mis miedos y ansiedades. Lentamente tu semblante cambia y te embarga una enorme melancolía. -¿En qué estás pensando, Sof? Estoy aquí- Esas son las palabras que consigo susurrar y termino cayendo de rodillas, siendo envuelto en un abismo. Las lágrimas se esparcen por mi rostro. Guerreros que mueren en un campo de batalla. Con las yemas de mis dedos siento la humedad del piso, y me viene un conjunto de imágenes de tus labios fríos e inertes. Como el humo de los cigarrillo se disipan tus palabras y se pierden en medio de un bosque de árboles frondosos. Ya no consigo mirarte. Te has esfumado, con la fuerza de una ráfaga de viento que ataca en la madrugada. La oscuridad quiere opacar tu rastro y no sé cómo hacer para que prevalezcas. Dejaste esa sensación de vacío en cada rincón de nuestro hogar. Todavía siento que caminas al unísono de un tonada de jazz, que te mueves con ternura y delicadeza, repartiendo sonrisas y miradas ardientes. Tu aroma se mezcla con el dulce olor del vino y se abre paso para entrar por mis fosas nasales, llenando mi cuerpo de tu afrodisíaca y exquisita fragancia. Unos instantes después, mi paladar degusta tu ausencia. Sof, eres una venus, una artista del romance, una pintora a tiempo completo que mueve su pincel con la pasión de un actor de obras de teatro de segunda categoría. Te entregas a cada escena para complacer al publico, esperando recibir las correspondientes ovaciones. Eres un paisaje, eres armonía, una paleta de colores vivaces, eres el bajo mundo de la locura que me hace desfallecer. He llegado a preguntarme si después de ti habrá alguien más, si volveré a preferir el sol antes que la luna y ver las estrellas antes que estar encerrado en una habitación sin luz. Tengo una musa que se me ha escapado de las manos. Es una bruma que se esclarece. Ya no te tengo a ti y el aire me falta. Ya no te tengo a ti y mis emociones se esconden entre el interlineado de mis versos muertos. Mi alma aguarda tu regreso con añoranza, mientras que mis manos le prenden fuego a tus recuerdos. Asesinando lo que eramos, lo que somos, lo que pudimos haber sido si fuésemos permanecido juntos. por: Rosalyn villamizar Silueta.En un bar me encuentro, pienso en ti. Me siento frente a la barra y pido un vaso de whisky, esta noche requiere de licor más fuerte... Suena la melodía y te veo venir, te mueves entre la gente, llegas hasta a mí. Sonries, y hacéis que me pierda en tu mirada. Ojos azules, indicativo de tempestad.
Te sientas a mi lado y no dices nada. Me ojeas con timidez. -Siempre te cansas antes de que llegue el tren a librarte de las dificultades, ¿por qué?- Pronunció. Seguidamente hizo un movimiento veloz y tomó mi copa de vino, se la acerco a sus finos labios y bebió un sorbo. - Eres audaz y un tanto agria. Me gustas. Con respecto a tu pregunta ya no tengo a quién esperar. Te has marchado, cariño- Le dije, con tono irónico. -Estás repleto de monólogos internos. Siempre sabes qué decir- Me brindó un guiño y suavemente se levantó de la silla. La seguí con cautela, camine atrás de ella, en silencio. Se nos daban bien los acuerdos sin firmar. Transitar junto a ella me transmitía una clase de paz que otras mujeres no habían logrado proporcionarme. Ella se detuvo y volteó a mirarme. - Seguís siendo un viajero con mirada de olvido. Una recopilación de versos extraviados. Un amor en tiempo de crisis.- Afirmó con desgano. Sacó un paquete de cigarrillos, encendió uno y fumó. El humo se mezclo con su silueta, me la imagine desnuda, tendida sobre el pasto, rodeada por flores de jazmín. - ¡Ahora dirás que la felicidad no encaja con facilidad y qué por eso te fuiste!- Exclamé... Toqué su rostro y noté lo frío que era. Quería abrazarla, no obstante, mis sentidos terrenales me impidieron hacerlo. -Sabéis muy bien qué no es así. Quise quedarme junto a ti, pero tenia que regresar al lugar que pertenezco. Dónde nuestro cariño es incomprendido y nosotros no somos más que una paradoja esparcida en el tiempo. Ahora mismo no debería estar aquí. Tengo que irme- Espetó ella y un vago suspiro se escapó de sus labios. -No te estoy reteniendo. Las puertas han estado abierta- Agregue. Me gire para no verle. Sabia lo que era, no quería que se transformará en un alma distante a mí. Me pareció que la escuché decir: Adiós mi eterno amor. Quizá fue una alucinación, no lo sé. Lo cierto es que podemos disfrutar sin más de las prosa, de la intimidad y la calidez de un texto, de una visión diferente del mundo. Pero todo eso carece de sentido, ella es una proyección fallida y una mascara de repeticiones. Sin importar que su fragancia aún esté impregnada en esta habitación, seguirá siendo la imagen confusa de una mujer que ya no conozco, una carta que no llego, el remitente de un presagio insulso, un timón que quedó a la merced de la corriente. por: Rosalyn villamizar Una mesa pequeña, sencilla, con un mantel no tan delicado, las luces (todas) apagadas y algunas velas en la mesa. La mesa con el mantel y todas las luces apagadas sirven como la esfera de un foco donde nos vemos nada más tú y yo. En la mesa hay: la comida que prepare, un vino barato, 1 caja de cigarros, cenicero repleto, una tasa con fresas y los cubiertos. Todo esos elementos forman un ambiente, en donde estas tu.
Con una sonrisa disfrutas de una velada nocturna, que te envuelve con ese aire de romanticismo de una novela afrancesada, tus mejillas resaltan y tus ojos se iluminan como lumbreras. Yo pronuncié tu nombre, mientras mis ojos miran tu alma. - No hay que temerle a la oscuridad, estoy contigo, no estas sola- dije entre susurros y la abrace, intentando darle seguridad. Es así como una noche se convierte en madrugada, creando recuerdos en nuevas memorias, equilibrando el estar cerca y lejos… Es fácil acostumbrarse a una Gabriela que te recuerda que estas viva, con ese aire de frescura te hace sentir sobria, llena tus pulmones con nuevas fragancias y en esos instantes en donde hace una pausa para continuar porque se le ha olvidado lo que dice, te imaginas a su lado, experimentando sentimientos y emociones que ya conoces, pero, que podría revivir. Adaptarse a la despreocupación que a su vez esconde preocupación por mucha cosas, a la vulnerabilidad y fragilidad de un ser que siente, que a su manera te conduce hacia un camino de rosas sin espinas. A unos labios compartidos, a una mente abierta que deja que su imaginación vuele creando mundos que desbordan felicidad, a un alma dividida en un transcurrir corto, a la delicadeza de un tono de voz y al significado entre líneas que esconde en su piel. A las palabras sin rodeos, a la indiscreción, a la serenidad de su personalidad, a sus demostraciones afectivas y sobre todo a lo que representa: Sueños hechos sonrisas… por: Rosalyn villamizar |